El Castillo de Doña Mencía
La ocupación histórica del sector de las subbéticas cordobesas es muy antigua, como lo atestiguan los numerosos yacimientos prehistóricos en cueva que existen en la comarca aunque la intensificación de su poblamiento se produjo en época ibero-romana configurando una red de oppida que adquirieron después mayor relevancia en época romana. Algunos de los más significativos son los de Hiponova (Baena), Sukaelo, Cisimbrium, Osca, Sosontigi etc. Una consecuencia inmediata fue el establecimiento de una red viaria que permitiera la comunicación entre los principales asentamientos.
Así, se configuraron varias vías romanas: una que comunicaba Corduba con Malaca y otro, subsidiaria de ésta, que unía Archidona con Martos pasando por la Subbética cordobesa. Tenemos constancia de otra que rodeaba el macizo cordobés, uniendo Obulco, Ipsca, Iponoba (Baena) con Egabro (Cabra) y Epagro (Aguilar). Evidencias materiales de esta última ruta la tenemos gracias a una inscripción latina aparecida cerca de Doña Mencía. De hecho, la Torre de la Plata se localiza controlando un paso natural que debió estar vinculado a esta ruta.
El territorio en el que se localiza la cercana Doña Mencía, durante época islámica perteneció al territorio de la cora de Cabra, vertebrada por el valle del río Guadajoz y el reborde montañoso de la Subbética cordobesa y articulada en torno a dos mudum (pl. mad?na) que eran Cabra y Baena, aunque durante los primeros años de los siglos VIII y IX debió existir otra más, Lucena, pues con este estatus aparece citada en algunas fuentes árabes como veremos, limitando al norte y oeste con los territorios de la ciudad de Córdoba, al sur con la cora de Priego (Bag?), y al este con la cora de Jaén (?ayy?n). A su vez debió subdividirse en distritos administrativos (aqalim) pero desconocemos su número y distribución, aunque sí sabemos que en su territorio había en el siglo X un total de 630 qurà (pl. qarya), 300 torres (bur?) y unos 70 castillos (husun), siendo alabada por los geógrafos árabes por la extremada fertilidad de sus tierras, la abundancia de pastos y cursos de agua dulce, siendo los principales cultivos el olivo, la viña, higueras, cereales, árboles frutales, y productos hortícolas que eran vendidos en el zoco de Cabra.
El territorio de la subbética –Yabal Saiba para los árabes-, se vincula con el territorio de mad?na Qabra, descrito por al-Himyar? de la siguiente forma: “Cette dernière montagne est élevée, et diverses espèces de fleurs et de plantes odoriférantes y poussent spontanémen; de même, toutes sortes de plantes aromatiques et de simples. Les fleurs qu’on y cueille demeurent longtemps sans se faner. La végétation, dans cette montagne, est toujours luxuriante, à cause de son climat égal et de son abondante humidité, à un point tel qu’on y peut cueillir des narcisses sur des branches de rosiers »
En época Bajomedieval, tras la conquista de la región por Fernando III en 1240-1241, se mantuvo bajo la jurisdicción de la villa de Baena que pertenecía a Rodrigo Alfonso de León, hermano del rey pasando posteriormente a manos del mariscal D. Diego Fernández de Córdoba, en 1386 como pago a sus servicios militares en las campañas contra Portugal, desconociendo como se articulaba todo este territorio hasta el siglo XV, cuando al amparo de la inestabilidad de la frontera con el reino nazarí, a principios del siglo XV, Juan II concedió al señor de Baena un privilegio para levantar un castillo. Ése vendía a completar las deficitarias defensas de este territorio que se vió castigado por las razzias de los musulmanes durante el siglo XIV. En este contexto se inserta la construcción de la Torre de la Plata y su amortización funcional por la implantación de una fortaleza de mayor envergadura, como es el castillo de Doña Mencía.
Este hecho queda bien documentado por tanto en el privilegio del rey, otorgado en Valladolid el 16 de julio de 1418 a favor de Diego Fernández de Córdoba, Mariscal de Castilla.
Más tarde, cuando ya debió de estar construido el castillo, en 1420, otorgó un nuevo privilegio por el que se concedía la franquicias y libertas a los veinte primeros vecinos que poblasen la fortaleza con el fin de facilitar la repoblación de la plaza ante los ataques de los “moros del reino de Granada”.
Dichas exenciones entran en el contexto de la política repobladora de la frontera emprendida desde finales del siglo XIV. De hecho éstas debieron ser las mismas que las otorgadas a los vecinos de Cabra por Alfonso XI en 1334.
En este sentido, cabe entender que el castillo fue levantado en un corto espacio de tiempo, entre 1415-18 y 1420, de ahí la enorme homogeneidad que presenta su fábrica, tal como veremos más adelante.
Su planta es de tendencia trapezoidal, con torreones circulares en las esquinas, una gran torre del Homenaje en el extremo Oriental y otra torre –ya desaparecida- en el Occidental. Está orientado de Este a Oeste, a modo de proa, controlando directamente la vía de comunicación del antiguo camino de Metedores.
Tras la construcción del castillo, y junto a éste, también se emprendió el proyecto de construcción de la iglesia que originalmente debió tener un aspecto formal muy similar al castillo, también con un carácter defensivo. Su emplazamiento, junto al castillo y con la misma orientación que éste explica y responde claramente a los motivos que llevaron a Diego Fernández de Córdoba a su erección: la creación de un patronazgo eclesiástico excluido de la influencia del obispado de Córdoba.
Por tanto, castillo e iglesia se presentan como una reacción señorial al final de la Edad Media, claramente feudal, frente al creciente poder de los concejos, especialmente el de Baena.
Ambos, como decimos, son centro sobre el que pivota el crecimiento de la población de Doña Mencía.
La implantación topográfica y el diseño de ambos elementos –castillo e iglesia- condicionó por tanto la planificación urbana del incipiente núcleo de población que creció al amparo de la fortaleza: las actuales calles perimetrales del castillo sirven como área de expansión para la trama urbana.
De hecho si realizamos un análisis de la topografía de la planimetría de la actual Doña Mencía, comprobamos que el recinto fundacional presenta una planta ovalada con una ampliación rectangular hacia el Noreste, en cuyo extremo Norte se localiza el castillo y la iglesia. Parece que originariamente debió tener una pequeña cerca, muy frágil, que se ha perdido en su totalidad, en la que se abrían varias puertas o portillos de acceso. En su interior las calles, estrechas y rectilíneas, son ejes transversales y perpendiculares que crean una trama de grandes manzanas de tendencia trapezoidal en el que se aprecia la existencia de adarves de acceso a su interior.
Planta del casco histórico de Doña Mencía.
1. Fase de fundación del castillo, 1415.
2. Fase de fundación de la villa, 1419
3. Fase de construcción de la Torre del homenaje. Apertura de nuevo acceso al castillo. Primer recinto amurallado.
Fase de ampliación del recinto de la villa de Doña Mencía en la Baja Edad Media y Edad Moderna (mediados del s.XIV – s.XVIII).
Volviendo al castillo, se trata por tanto de una edificación muy tardía, construida ex novo, ocupando un espacio en el que apenas existían antecedentes. Por tanto, su planta es diáfana y tanto en ésta como en la distribución y usos funcionales se manifiesta de forma clara el concepto de castillo señorial, en el que está presenta una cierta influencia mudéjar.
Ésta se identifica por la estructura del patio, porticado, con fuente octogonal en el centro, el diseño de la bóveda de la Torre del Homenaje, también octogonal apoyada en pechinas, y por la aparición en las excavaciones de algunos fragmentos de yesería con epigrafía árabe, de clara influencia nazarí, y estucos de similares características.
Debido a este carácter señorial y a lo tardío de su construcción, sobre éste no se produjeron transformaciones de entidad hasta el siglo XVII y XVIII.
En el interior del castillo se instaló un primer molino de aceite, que con seguridad ya existía antes de 1653, ya que en esas fechas en las actas capitulares se recogen algunas quejas de los vecinos, si bien su origen quizás podríamos remontarlo al siglo XV o XVI, en consonancia con el concepto señorial al que aludimos. De hecho es frecuente que en el interior de este tipo de fortalezas aparezcan elementos de transformación de productos agrícolas, como los molinos, cuya instalación, posesión y explotación es monopolio del Señor, y que –en virtud de las relaciones feudo-vasalláticas- todos los habitantes de la villa tienen que hacer uso del mismo, sin que se puedan construir infraestructuras similares sin el consentimiento expreso de éste.
Con posterioridad a esta fecha, ya en el siglo XVIII el edificio ha perdido de forma progresiva su importancia, si bien sigue siendo un elemento relevante en el urbanismo menciano. El ayuntamiento se traslada a la muralla del castillo, en 1705, construyéndose junto al pósito que es ampliado en 1710 y reconstruido en 1759. A este momento pertenecen los arcos de ladrillo que aún quedan en el interior del edificio del antiguo colegio Cristo Rey.